"Amarás al Señor tu Dios, con todo tu ser, con todo tu corazón, con toda tu alma, y a tu prójimo como a tí mismo". Pero, observa; esto tiene su lógica: no puedo amar a Dios si no amo a quien me rodea; pero tampoco puedo amarlos (los que me rodean), si no tengo una buena valoración de mí. Pero no es el amor de candelilla, sino aquel que se expresa a través de actos de amor concretos.
Yo respeto, tú respetas
¡Estoy destinado a ser feliz!
¿Te has preguntado?
Respeto es verme reflejado en el (la) otro(a)
viernes, 16 de julio de 2010
PARA EMPEZAR

Sin duda alguna, la palabra mágica que ha permitido al ser humano traspasar el umbral de la irracionalidad (?) se llama aceptación de sí mismo y de los demás. Y es que, si hacemos el experimento, reconocer los valores propios es realmente difícil, mientras que el reconocimiento de los errores personales, de suyo es muy fácil. Si no, hagamos la prueba con cronómetro en la mano: si te pidiera que me escribieras en el cuaderno diez (10) valores, ¿cuánto te demorarías? Toma nota... Ahora, cronometra cuánto te demoras en escribirme -sinceramente- diez (10) defectillos. Comprobarás que es más fácil hallar en nosotros lo malo que lo bueno. Entre menos te demores en la primera y más en la segunda, nos indicará en qué grado está nuestra autoestima. Pero, fresco (a), a todos nos pasa lo mismo.
En esencia, lo importante es en qué grado me acepto a mí mismo (a) y, en esa medida, acepto a los demás. Esto es trascendental. Al aceptarme a mí mismo, mi autoestima está en alza y, al contrario, cuando encuentro en mí sólo un cúmulo de deficiencias, vergüenzas, rencores y/o miedos, estaré en graves dificultades.
Baja autoestima significa, fundamentalmente, sentirme menos que el que me rodea, se generan las envididas, los rencores, las ambiciones, los deseos inapropiados y un larguísimo etc... Pero, como no puedo quedarme ahí, entonces entro en actuación y empiezo por perder el respeto a los de mi entorno. Y allí radica, precisamente, el problema. Cuando irrespeto a alguien, activa o pasivamente, estoy diciendo que yo adolezco de autoestima, no me acepto como debería, me veo como un ser incompleto, imperfecto, incapaz de perdonarme y entonces, la emprendo contra el otro. Ese otro es, precisamente, mi reflejo: cuando te irrespeto, no me acepto a mí mismo y le estoy diciendo al otro (otra) que, de alguna manera, ella tiene algo que es mío, que me debería pertenecer pero que, por mi flojera, no soy capaz de tenerla conmigo.
Así que, cuando yo te irrespeto, yo soy un ser abominable.
En esencia, lo importante es en qué grado me acepto a mí mismo (a) y, en esa medida, acepto a los demás. Esto es trascendental. Al aceptarme a mí mismo, mi autoestima está en alza y, al contrario, cuando encuentro en mí sólo un cúmulo de deficiencias, vergüenzas, rencores y/o miedos, estaré en graves dificultades.
Baja autoestima significa, fundamentalmente, sentirme menos que el que me rodea, se generan las envididas, los rencores, las ambiciones, los deseos inapropiados y un larguísimo etc... Pero, como no puedo quedarme ahí, entonces entro en actuación y empiezo por perder el respeto a los de mi entorno. Y allí radica, precisamente, el problema. Cuando irrespeto a alguien, activa o pasivamente, estoy diciendo que yo adolezco de autoestima, no me acepto como debería, me veo como un ser incompleto, imperfecto, incapaz de perdonarme y entonces, la emprendo contra el otro. Ese otro es, precisamente, mi reflejo: cuando te irrespeto, no me acepto a mí mismo y le estoy diciendo al otro (otra) que, de alguna manera, ella tiene algo que es mío, que me debería pertenecer pero que, por mi flojera, no soy capaz de tenerla conmigo.
Así que, cuando yo te irrespeto, yo soy un ser abominable.
Respetar significa valorarme como ser humano con relación a quienes me rodean.
El respeto nace del propio reconocimiento de mi ser como un ser humano valioso. Así mismo, respetar significa reconocer en el otro a un ser humano a mí en sus derechos y sus deberes.
No puedo ganar el respeto del otro pasando por encima de su dignidad y sus valores personales; por tanto, el ser humano es fruto privilegiado de la naturaleza, pero no está por encima de ella.
jueves, 15 de julio de 2010
jueves, 8 de julio de 2010
¡Porque soy valioso!

Coincidencialmente, en el mundo existimos, aproximadamente, alrededor de 15.000'000.000 de seres humanos, los mismos de años de lo que el universo existe a partir del indescriptible BIG BANG.
Si tuvieras la oportunidad de conocer a cada uno de las personas que viajamos en esta maravillosa nave llamada tierra, aunque no lo creas, a 104.000 kilómetros por hora, podrás constatar que, si bien, encontrarás gente muy parecida a ti, por más que te esfuerces, jamás hallarás una persona igualitica a ti; algo te diferenciará: el pelo, la nariz, la sonrisa, los ideales e, incluso, los defectos.
Eso es, verdaderamente, lo que te hace valioso. Eres único, irrepetible, inédito y que jamás nunca ha existido ni existirá otro como tú. Vaya, ¡que coincidencia! ni como yo.
Si tuvieras la oportunidad de conocer a cada uno de las personas que viajamos en esta maravillosa nave llamada tierra, aunque no lo creas, a 104.000 kilómetros por hora, podrás constatar que, si bien, encontrarás gente muy parecida a ti, por más que te esfuerces, jamás hallarás una persona igualitica a ti; algo te diferenciará: el pelo, la nariz, la sonrisa, los ideales e, incluso, los defectos.
Eso es, verdaderamente, lo que te hace valioso. Eres único, irrepetible, inédito y que jamás nunca ha existido ni existirá otro como tú. Vaya, ¡que coincidencia! ni como yo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)